Por: Juan Moreno
En 1921 se conmemoraron por todo lo alto en Venezuela los cien años de la Batalla de Carabobo. El gobierno nacional, presidido entonces por el Gral. Juan Vicente Gómez, desarrolló un amplio programa de celebración a lo largo y ancho del país, que incluyó ceremonias cívicas, desfiles militares y la inauguración de un buen número de obras públicas, entre las que cabe destacar el Arco de Carabobo, levantado en el sitio donde el 24 de junio de 1821 tuvo lugar la batalla que decidió la independencia de Venezuela, realizado por el arquitecto Alejandro Chataing y el ingeniero Ricardo Razetti, con la colaboración de los escultores Pedro María Basalo y Lorenzo González. Ese año se inauguró igualmente la Casa Natal del Libertador, que fue restaurada y musealizada por un equipo profesional y artístico dirigido por el ingeniero e historiador Vicente Lecuna, del que formaron parte el historiador Manuel Landaeta Rosales, los arquitectos Antonio Malaussena, Alejandro Chataing y Luis Malaussena, el escultor Antonio Cabré y Magriña y el pintor Tito Salas, entre otros.
El Dr. Samuel Darío Maldonado también intervino en los festejos del Centenario de la Batalla de Carabobo, el 28 de junio de 1921 participó en un acto en Ocumare de la Costa, población del litoral del estado Aragua, donde leyó un discurso de gran sentido poético titulado “Bolívar”, que es una emocionada alabanza de la gesta independentista de nuestro país, destacando su determinante influjo en la emancipación de Suramérica y en el nacimiento de las nuevas repúblicas independientes. Una gesta que como el mismo señala “empezó con los gritos jubilosos del 19 de abril para alcanzar su coronamiento el 24 de junio”, en la que fue crucial la participación de innumerables soldados heroicos surgidos de las entrañas del pueblo que con abnegación y sacrificio “…se lanzó a la hoguera de la revolución suramericana…”:
“Y fueron ellos, nuestros soldados primero y luego los de la Gran Colombia, como los pinta un grande y noble historiador inglés, cubiertos con un pedazo de manta, abierto por el medio, lanza o sable en mano, fusil al hombro, cañones a rastras, a pie, a caballo, en hileras, en falanges, casi desnudos, pues, con esa única indumentaria, acaso la que mejor les cuadra a los héroes de epopeya, expuestos a las más aterradoras intemperies, el sol de los trópicos que abrasa en las llanuras, el viento gélido que en los páramos entumece los músculos, el frío de las nieves eternas que en las cúspides hiela la sangre, ensombrece el cerebro y suspende los latidos del corazón; vedlos allá, como van, por esas espesuras de bosques inhollados, fraguándose con sus propias manos un camino que apenas es vereda transitable, a lo largo de pampas estériles, al través de playas solitarias y salobres, por tremedales, por ciénagas, esguazando a nado el caudal de los ríos, salvando los abismos, unas veces como leones, otras tantas como águilas… los envuelve un hado de simplicidad homérica que es el emblema de haber cumplido un deber por encima de toda ponderación: romper los viejos moldes de instituciones liberticidas, aventar la servidumbre, contribuir a pleno pecho descubierto con su arrojo y bizarría a la emancipación de sus hermanos… edificar sobre escombros, tras el desquiciamiento de la monarquía, y atar un haz de naciones con el lazo tricolor de la igualdad social…”.
[AHFM N° 4915: MALDONADO, Samuel Darío, “Bolívar. Discurso pronunciado en Ocumare de la Costa, el 28 de junio de 1921”. En: Ensayos, Caracas, edición del Ministerio de Educación, 1970, pág. 374].
Parte importante de su disertación la dedicó Samuel Darío Maldonado a exaltar la figura y las realizaciones del Libertador, a quien llamó “…el Grande entre los Grandes…”:
“…La descollante figura de Simón Bolívar se remonta por encima de todas, semeja el bloque corpulento del Chimborazo que señorea los picachos de las montañas que lo circunvalan. De qué modo figurárselo al través de las emergencias que se le anteponían, de qué manera negar el grandor que era preciso ostentar para superarlas, ¿por cuáles causas cohibir el empuje de las fuerzas que lo animaban? Yo me lo imagino impelido por un soplo de predestinación, ya que no me logro explicar cómo es que un hombre solo pueda echarse un mundo a cuestas sin quedar aplastado bajo su inmensa mole…”.
[AHFM N° 4915: MALDONADO, Samuel Darío, “Bolívar. Discurso pronunciado en Ocumare de la Costa, el 28 de junio de 1921”. En: Ensayos, Caracas, edición del Ministerio de Educación, 1970, pág. 376].
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