El Dr. Samuel Darío Maldonado fue designado gobernador del Territorio Federal Amazonas el 13 de enero de 1911. En el corto período de menos de un año en que estuvo al frente de esta responsabilidad, el Dr. Maldonado desarrolló una intensa actividad, demostrando un especial interés por las comunidades aborígenes:

 

“…recorrió las vastas extensiones, se puso en contacto con poblaciones indígenas, conoció el régimen de inicua explotación a que eran sometidas las tribus por parte de los caucheros y produjo luego un trascendental informe sobre aquella región, que sesenta años después continua vigente…”

[CAMARGO, Teo, “Prólogo” a VV.AA., Buenaventura Macabeo y Samuel Darío Maldonado, hijos ilustres de Ureña, Caracas, Ministerio de Información y Turismo, 1977, pp.8-9]

Trascendió las obligaciones propias del cargo, para realizar una minuciosa evaluación del extenso y desconocido territorio de la Amazonia venezolana y formular propuestas de transformación. A partir de esa experiencia, el Dr. Maldonado produjo distintos escritos que hoy siguen siendo referencia obligada para los estudiosos de distintas especialidades, entre los más renombrados de esos trabajos están su Informe como gobernador y un informe sobre la explotación del balatá, principal producto económico de la región para ese momento:

 

“Su Informe como Gobernador del Territorio Amazonas: ‘Por el Amazonas’ es muchísimo más que una Memoria oficial redactada por imperio de la Ley. Es la oportunidad para estudiar nuestras comunidades indígenas y señalar las rutas del rescate de esas masas venezolanas, que aún esperan la ejecución de esos planes de Maldonado.

“El ‘Informe sobre el Balatá y su explotación en el Territorio Amazonas’ le da una nueva oportunidad para manifestar su gran sentido de la patria. Si tiene valor económico, más lo tiene humano.”

[LOLLET C., Carlos Miguel, “Samuel Darío Maldonado. Búsqueda y símbolo”, en: VV.AA., Buenaventura Macabeo y Samuel Darío Maldonado, hijos ilustres de Ureña, p.92]

 

Transcribimos un breve párrafo escrito por Samuel Darío Maldonado en su informe como gobernador :

 

“El ejecutivo me encomendó la ardua empresa de informar detalladamente sobre la administración, riquezas, fronteras, vías de comunicación, correos y telégrafos, &., &., de esta región casi desconocida del resto de la República…”

“… cómo venezolano y en defensa de los altos intereses que me ha confiado el Ejecutivo Nacional, no me arredra ningún obstáculo o temor o lucro para decir la verdad. Mis antecesores (salvo con raras excepciones) no vinieron aquí a garantizar la vida o propiedad criolla o indígena, sino todo lo contrario, a exterminar, a depredar del uno al otro extremo de las fronteras y los límites. Las comisiones dirigidas a los ríos y caños no llevaron otro objeto que cazar a mano armada a los pacíficos e infelices indios y traerlos maniatados a las llamadas poblaciones y entregarlos a los barraqueros o explotadores de goma en cambio de dinero, víveres o mercancías secas. Los precios variaban de $ 50.0 a $ 100, según los haberes del comprador. Con tan bárbaros atropellos el pánico se difundía en todas direcciones y los naturales se internaron a la fragosidad de las selvas, o huían a traspasar las fronteras. Las familias del brazo que las alimentara las redujeron a una muerte cierta y los indios presos y entregados a una ruda labor y mal alimentados sucumbieron o se fugaron para ponerse a salvo, sin tornar jamás a sus primitivas chozas. Por otra parte, los comerciantes, sin autorización de ninguna clase se daban a la tarea de cazar indios con iguales o peores manejos que los usados por los mandatarios, ya para tripular embarcaciones, o para otros empleos agrícolas   o domésticos. Los mañoqueros o sea los que trafican en la harina de yuca (farinha en lengua portuguesa) han sido una verdadera plaga puesto que en sus, 1870.transacciones de permuta …..

[MALDONADO Samuel: “Por el Amazonas – Informe del Gobernador del Territorio Federal Amazonas”, en: Ensayos, obras de Samuel Darío Maldonado. Ediciones del Ministerio de Educación, Caracas ., 1870, pág. 262