Agua para Valencia
por Iván Darío Maldonado
Transcripción del original publicado en el diario El Regional, Valencia-Maracay, 4-6-1972. AHFM N° 5222
El deterioro sistemático de las fuentes potenciales de abastecimiento de agua para Valencia y que tiende a agudizarse en la medida en que los requerimientos de su industria se multiplican, dio origen a una sincera preocupación de toda la colectividad destinada a acelerar la construcción de la represa y acueducto desde Paya y Cachinche. Sin embargo, algunos de los que manifestaron su preocupación ofrecieron informaciones parciales al respecto que, lejos de plantear el problema en sus verdaderas proporciones, confundieron aún más a la opinión pública sobre la urgencia de esta obra, su importancia y los antecedentes que son necesarios tomar en cuenta para calcular el valor de la expropiación de las tierras destinadas al embalse.
Quizá un recuento sobre el deterioro de las fuentes de abastecimiento de agua de Valencia y las razones por las que Paya y Cachinche constituyen la única solución viable permitiera, a quienes comparten la preocupación de la colectividad valenciana, conocer y disponer de mayores elementos de juicio. Hace más de cuarenta años tuve el propósito de establecer una importante ganadería y, como parte de ella, requería de una grande y eficiente finca de cebar ganados que traía desde Apure. El éxito alcanzado por los centros de explotación de la ceba de entonces era sumamente halagador. Recuerdo que en estos valles se dedicaban a esta actividad el General Gómez en sus fincas de Tocorón y La Cuarta, surcadas por el caudaloso río de La Huérfana; los hermanos Gómez con la finca La Linda que disponía de abundante agua del Güigüe; Don Antonio Pimentel que era dueño de El Banco, Vigirima y Yagua, próximas al entonces caudaloso río Guacara y otras fincas no menos importantes eran Las Dos Bocas y Los Naranjos de Santos M. Gómez, con el río Queipa, también abundante para esa época.
Estas fincas eran muy caras, estaban bien explotadas, con pastos siempre verdes y nutritivos, sus cursos de agua estaban protegidos por grandes arboledas e inmensos bosques formados por árboles seculares que cubrían sus cabeceras. En reiteradas oportunidades acudí a sus propietarios para alquilar parte de sus potreros y ante esta necesidad que constituía para mí un factor limitativo de la explotación ganadera que poseía en el Apure, decidí buscar alguna finca que pudiera, mediante una inversión adicional, equiparar aquellas que ya disponían de potreros establecidos.
Después de mucho buscar encontré una finca en una región que no estaba en explotación, propiedad del Banco Agrícola y Pecuario el cual tenía en venta desde hace mucho tiempo sin encontrar comprador, y por ello se puso en subasta pública para otorgarla al mejor postor. En la subasta ofrecí Bs. 20.000 más que la inmediata oferta que fue de Bs. 100.000. Pero como era pequeña para lo que aspiraba fundar, a lo largo de los años siguientes, compré otras fincas circunvecinas, unas siete en total, hasta llegar a un total de 12.000 hectáreas que son con las que actualmente cuenta Paya-Cachinche, pues deseaba organizar una finca que pudiera cebar 6.000 reses, o sea, constituir potreros que pudieran soportar con dos hectáreas una res, pues: no todos eran terrenos planos y de buena calidad, aun cuando sí había de estos una gran extensión, manteniendo al mismo tiempo la reserva forestal adecuada.
Para acondicionar esta finca fue necesario desmontarla y reforestarla, cuidar de sus ríos, limpiar el curso de sus riachuelos y quebradas existentes, que bien se pueden contar en veinticuatro de ellos, a los cuales había que establecer sus márgenes protectoras de árboles a lo largo de su corriente, y sobre todo sus cabeceras, construir represas para almacenar el sobrante de agua de invierno y luego usarla en el verano. Inicié entonces una labor metódica de plantar árboles y sembrar pastizales durante más de treinta años. Todo ello no sólo requería de tenacidad sino también aplicación práctica, de aquello que había aprendido en mis estudios como veterinario, (constituye un principio básico de ganadería el que la carne está compuesta en promedio por un 60% de agua, y un 40% entre proteínas y grasas), por lo que debía disponer de mucha agua si quería tener un engorde rápido en el ganado.
Hace más de diez años, en Valencia, el agua ya fue un motivo real de preocupación. Su crecimiento como centro industrial duplicaba sus requerimientos, mas allá de todas las previsiones realizadas para abastecer únicamente el crecimiento en base a la tasa histórica. El trabajo más importante que conozco entre los realizados por cuenta de distintos organismos públicos es quizá el del Dr. Antonio Julio de Guruceaga, titulado Estudio para el Suministro de Agua en la ciudad de Valencia, publicado en 1961. Por este trabajo se puede apreciar la verdadera magnitud de la escasez de fuentes de este recurso en las proximidades de Valencia. Esto es un común denominador para toda la economía venezolana en la actualidad, y Valencia no podía ser una excepción.
La explotación indiscriminada de sus tierras, inclusive de las cabeceras de los ríos, la quema y la tala de los árboles no sólo han comprometido el abastecimiento destinado a la ciudad, sino que a su vez han determinado el retroceso sistemático e irreversible de las aguas del Lago de Valencia, cambiando todo el paisaje agrícola e inclusive las condiciones de temperatura y ambiente de toda la región. Lo que antes eran caudalosos ríos, a los que me referí previamente, hoy apenas son riachuelos estacionales, más utilizados como sumideros que como depósitos de agua fresca y clara. Las fuentes de agua que tradicionalmente se consideraban como futuras abastecedoras de Valencia, que permitían por su abundancia verla la solución de este problema con optimismo, como La Cumaca, Vigirima, y Yagua o Las Dos Bocas, han sido totalmente descartadas por encontrarse insuficiente, secas o con un caudal notablemente disminuido notablemente. Las razones para que otrora prósperas fincas se hayan convertida en tierras abandonadas o erosionadas es motivo de un análisis que excede el propósito que anima la redacción de esta nota. Estas fincas pasaron a ser propiedad del Estado hace muchos años. Lo cierto es que existe una única fuente de abastecimiento de agua para Valencia y está ubicada en Paya, creer que ello se deba a un hecho fortuito o inesperado sería confundir intencionalmente el problema, que actualmente se discute y se trata de solucionar en beneficio de la colectividad.
No es fruto del azar el que Paya, con una explotación racional de sus suelos y sus recursos, al igual que la finca de Cachinche, de los Sres. Osío y Vargas, y Agualinda de los Sres. Melean y Terán, donde también se han cuidado los bosques y construido represas para la regulación de los cursos de agua, cuenten no solo con el mayor centro de abastecimiento de agua sino también con los mejores potreros de la región. La destrucción de los otros centros de abastecimiento de agua ha supuesto un beneficio adicional pata sus explotadores al vender las maderas en cambio para quienes han tenido que conservarlos ha implicado un costo adicional del que a corto plazo se ha de beneficiar toda la comunidad. De existir un principio de ecuanimidad o contabilidad social, debería incluirse la destrucción o conservación como uno de sus mayores capítulos, porque la presencia del agua, de los suelos óptimos, de la flora y la fauna natural constituyen un patrimonio nacional, y su reposición o restitución, es imposible ser sufragado por individuo alguno y pocas veces, tal es el deterioro causado al Lago de Valencia, por ejemplo, que es inclusive imposible para los mismos gobiernos, porque ello implica sacrificar otras inversiones de las cuales Venezuela está también urgida. En la actualidad parecía que se pretende penalizar a los propietarios que conservan la naturaleza y beneficiar a quienes la destruyen.
Se ha hablado de que hay que expropiar estas tierras y las aguas que en ellas se usan, pero el Decreto de Expropiación que comprende toda Paya y quizá otras fincas no ha sido publicado. El embalse de acuerdo al estudio original ha sido modificado. He sabido que según estudiados posteriores se aumentó la cresta del dique en unos 6 metros, pues parece que Maracay tampoco tiene agua, y todos los rio que existían de aquí a Maracay, y en los contornos de Maracay, tampoco tienen agua. De manera que había que llevar el agua de Paya hasta Maracay.
Por la premura de estos trabajos, en muchos casos los contratistas de la obra, el Ministerio de Obras Públicas y el INOS han solicitado permiso para trabajos de ingeniería y generalmente, se les han concedido precisamente con el deseo de que de ninguna manera se obstaculicen los trabajos. Antes, bien, aún antes de conocer el avaluó, convine amigablemente con las entidades públicas en que se proceda a la ocupación de ciertas zonas sin que hasta el momento se hubiere instaurado el proceso de expropiación.
Faltando estos requisitos, es absolutamente improcedente la ocupación previa, la cual sin embargo ha tenido lugar faltando a los dispuesto por la Ley respectiva en este sentido. Tampoco se nos ha solicitado permiso para la deforestación que se viene realizando en el área que cubrirá el embalse, donde hay muchos arboles sembrados, frutales y maderales no solo en los márgenes de los ríos, sino también en las cabeceras y las cumbres de las lomas. Además, el hecho que no se hubiere pagado antes de la ocupación de los potreros de Paya, ha ocasionado a nuestra empresa, considerables pérdidas habiendo disminuido nuestros envíos de ganado a Caracas que promediaban 200 reses semanales, agravando de este modo los escases de carne que confronta la capital en estos días. Si se hubieran incluido con los preceptos sabios de la Ley de Expropiación que establece el pago previo, quizás hubiéramos seguido un ritmo normal de producción pecuaria en otro lugar.
En la primera inspección realizada por los expertos a los fines de ocupación previa, se contaron más de 600.000 árboles plantados en la región que será el vaso del embalse y quedan aún más de 10.000 hectáreas sin inspeccionar. Los varios millones de estos árboles nuevos, mangos, guanábanos, aguacates, caimitos, cedros, caobos, apamates, samanes, veras, acapros, cartanes, moras, Palma Yagua, etc., constituyen la más valiosa bienhechuría de Paya. Los campesinos creen y yo también, que la Palma Yagua, aumenta el caudal de las aguas en la vertientes y quebradas donde viven; examinamos su maravilloso sistema radical y nos convencimos de esto, por eso las cuidamos, las hacemos contrafuego, cortamos los enromes racimos de semillas maduras y lo desgajamos y sembramos. Impedimos inclusive que se fabricase vino de Yagua, que por tradición los campesinos lo consumen en ciertas festividades, pues es necesario tumbar un árbol adulto de palma para fabricar pocas botellas de vino. Motivo este por el que hoy en Paya, hay grandes palmares de Yagua, y paradójicamente, en el caserío de Yagua no hay palma de este tipo, ello explica el por qué en esa región tampoco hoy en día hay agua.
Cabría preguntarse, por tanto, en base a los antecedentes y razones antes expuestos, cual es el precio justo, que el Gobierno Nacional debería pagar por esas fierras. Tal vez sería necesario indicar que al respecto ni yo, así como ninguno de los directores de Invega, como tampoco ningún organismo público, puede fijar unilateralmente dicho precio. La Ley de Expropiación señala em forma precisa el procedimiento a seguir en cada caso, de tal manera que el precio a obtenerse espero será el resultado del consenso de todas las partes involucradas. Creemos que todos esos organismos por su experiencia y capacidad de sus técnicos, están mas allá, de cualquier duda, en cuanto a la ecuanimidad de sus determinaciones y resoluciones.
Por otra parte y en cuanto al justiprecio, constituye un factor determinante de acuerdo a la Ley de Expropiación, los precios pagados en operaciones anteriores. De esto hay antecedentes en la Oficina de Registro Público de Valencia, en los años 1953 y 1954. El INOS compró las fuentes del Río Tocuyito con un total de 600 litros por segundo para el acueducto de Valencia a los Sres. Jhon Boulton, José Herrera Uslar, Emilio Parez Espìno y otros. Se les pagó Bs 5.000 el litro por segundo. Paya y Cachinche disponen de 3.000 litro por segundo; hoy 18 años después cuando hay menos agua, quizás deban estimar como razonable algo mas de este precio de hace ya varios años y tomar en cuenta también que en otras regiones la Nación ha pagado Bs 18.000 el litro por segundo, como es el caso del acueducto de Naiguatá, según documento público y el agua de pozos profundos con que se está surtiendo hoy a valencia vales infinitamente más. En todo caso el valor del agua y las tierras que se pague en Paya rápidamente será recuperado por el INOS teniendo en cuenta el precio que paga el público por metro cubico, ya que el valor delas tierras, es por otra parte, el volumen menos significativo del costo de la inversión.
Esta líneas escritas con el propósito de aportar elementos de aportar elementos de juicio y no con el deseo de reiniciar la polémica tiene a su vez el interés de alentar a la opinión pública sobre la necesidad de crear una conciencia conservacionistas de los recursos naturales, cada vez más escasos de los que dispone Venezuela y valencia en este caso particular, y así mismo prevenirla sobre los inmensos daños que supone la sistemática destrucción de la flora y la fauna que configuran la geografía nacional. Por ello es indispensable que más allá del entusiasmo publicitario, que suscitan los problemas comunitarios se establezcan causas y efectos de cada uno de ellos para que colectivamente se busquen soluciones. La complejidad de los problemas inherentes a una sociedad industrial no puede ser explicados como la trama del antiguo teatro de títeres en que los personajes, para mayor comprensión del público, están necesariamente divididos entre los malos y los buenos. Cualquier problema reducido a esta simplificación infantil estará lejos de su planteamiento y posibles soluciones de acuerdo a su verdadera importancia y significación.

Alrededores de la represa Pao Cachinche donde se puede observar la Palma de Yagua y también la deforestación por tala y siembra. (Imagen tomada el 9 de noviembre de 2019).

Ver reproducción del artículo original – AHFM N° 5222. Pág. 5 del diario El Regional de Valencia, con fecha 4 de junio de 1972.
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