ALBERTO QUINTANA BESHIMOL· Caracas, 5 de septiembre de 1948 – Florida, 2 de agosto de 2025

Con profundo respeto y gratitud, la familia Maldonado rinde homenaje a quien fuera un amigo cercano, un colaborador invaluable y una presencia insustituible en su historia reciente: Alberto Quintana Benshimol.

Alberto no solo ocupó cargos de gran relevancia en el ámbito empresarial —Vice-Presidente ejecutivo de Inlaca C.A., Presidente de la Junta Directiva de Seguros La Previsora, Presidente de la Fundación La Previsora y miembro de la Junta Directiva de META—, sino que dejó una huella indeleble por su calidad humana y su entrega generosa.

Fue una persona ejemplar, un maestro en las relaciones humanas, la comunicación, la negociación y la resolución de conflictos. Su capacidad para escuchar, mediar y construir acuerdos duraderos fue decisiva en momentos clave de la historia de la familia Maldonado.

Su compromiso con ellos se manifestó especialmente en coyunturas cruciales. Desempeñó un papel fundamental en la constitución del Trust y del Family Office, siendo una figura clave en reuniones, discusiones y acuerdos. Su habilidad para facilitar el diálogo y acercar posiciones fue esencial para construir consensos que hoy sustentan la continuidad de su estructura familiar.

Su legado no solo se mide por lo que hizo, sino por cómo lo hizo: con amabilidad, con clase y con la sabiduría silenciosa de quien sabe cuándo hablar y cuándo callar. Siempre promovió la unidad familiar, incluso en medio de tensiones y diferencias, y supo —como bien lo expresó una voz cercana— “vislumbrar la existencia más allá del conflicto”.

Queda también el recuerdo entrañable de su amor por el arte y la cultura, compartido en muchos espacios y especialmente visible en su constante apoyo a los proyectos de la Fundación La Previsora. Ese entusiasmo sereno por lo bello y lo noble fue, en sí mismo, una forma de enseñarnos a vivir.

En la Fundación Previsora, trabajó junto a Milagros Maldonado en la concepción de iniciativas para rescatar y revitalizar varios espacios de la Torre La Previsora e integrarlos a un gran proyecto cultural. Sobre ello, Alberto expresaba:

“Lo prioritario sería el rescate de varios locales de la Torre La Previsora, en especial el teatro, para destinarlos a actividades culturales. Su ubicación privilegiada, en el corazón cultural de Caracas, y la belleza del edificio hacen imperdonable no transformarlos en una alternativa cultural con librerías, galerías de arte, espacios para conferencias y música. Esto fortalecería la imagen socio-cultural de La Previsora y su vínculo con la ciudad.”

Este testimonio refleja su mirada estratégica y su convicción de que la cultura es una herramienta poderosa para fortalecer tanto la imagen institucional como el vínculo con la ciudad.

Del mismo modo que pensaba en el futuro de los espacios que servían a la comunidad, Alberto tenía la generosidad de compartir, con igual detalle y franqueza, los recuerdos de su vida. La siguiente selección proviene de la entrevista realizada el 9 de junio de 2017 en Brickell, Miami, en la que recorrió su trayectoria personal y profesional, dejando valiosas reflexiones sobre su historia y su relación con la familia Maldonado.

Nació en Caracas, hijo de Eduardo Quintana Guardia y Gladys Benshimol de Quintana. Creció en un hogar influenciado por la cultura española materna y por el mundo empresarial del tabaco, heredado de su abuelo cubano. Estudió en el Colegio La Salle y se graduó como abogado en la Universidad Central de Venezuela, complementando su formación con estudios en administración, economía y un postgrado en el Instituto de Altos Estudios de la Defensa Nacional (IAEDN).

Su primer encuentro con Iván Darío Maldonado ocurrió tras una asamblea de INLACA, donde presenció una escena que le dejó una enseñanza duradera: Iván Darío pidió a un conductor que apagara un carro encendido en un estacionamiento cerrado, advirtiendo sobre el daño ambiental de los gases tóxicos. “Fue una lección de ecología que nunca olvidé”, recordaba. En la entrevista destacó también un dato histórico: Iván Darío fue el primer no norteamericano en formar parte de la junta directiva de IBEC (International Basic Economic Corporation), la compañía de Rockefeller encargada de manejar todos sus negocios internacionales.

En la conversación, Alberto relató también un episodio que, para él, mostraba las dos facetas más marcadas del doctor Iván Darío Maldonado. “Llegamos a la oficina y nunca lo había visto tan molesto. Yo siempre lo veía circunspecto, tanto con sus hijos como con otras personas, pero nunca como en ese momento. Me sentía incómodo y buscaba cómo salir de allí, porque no conocía todos los detalles de la operación que lo tenía tan alterado y no sabía qué decirle. Me fui, y al rato me avisan: ‘Lo llama el doctor Iván Darío, por favor vaya a las oficinas de la Fundación’. La Fundación estaba en el piso 27 de la Torre. Cuando llegué, vi a seis señores mayores; el doctor me los presentó, aunque solo recuerdo el apellido de uno de ellos: Corrales. Todos eran del Táchira. Me dijo: ‘Ven para que oigas esta música hermosa del Táchira’. Comenzaron a tocar y cantar una pieza llamada Mi casita tachirense, una canción costumbrista que hablaba de una casa y de la vida en aquellos tiempos. El doctor Iván Darío, tachirense, comenzó a llorar. Les pidió que la tocaran de nuevo, y volvió a emocionarse.

No podía dejar de pensar que apenas tres horas antes lo había visto furioso, dispuesto a ‘ahorcar a alguien’, como él mismo decía, y ahora estaba allí, con los ojos aguados, conmovido por la música de su tierra. Él mismo me explicó que, si no hubiera sido duro en ciertos momentos, no habría llegado a ningún lado, porque se lo habrían comido vivo. Pero al mismo tiempo, tenía sentimientos profundos que pocos imaginaban. Esa mezcla de fortaleza y sensibilidad era algo que siempre me sorprendió.”

Su trayectoria empresarial lo llevó a desempeñar un papel fundamental en INLACA, donde trabajó más de una década y llegó a ser vicepresidente ejecutivo. Allí comenzó una relación profesional y humana con Álvaro Maldonado, de quien decía: “Era una de las personas más inteligentes que he conocido… comprometido, persistente y pendiente de todos los detalles. Con el tiempo, fue como un hermano para mí”. Juntos impulsaron un cambio profundo en la compañía, mejorando procesos, modernizando la gestión y acercando la junta directiva de INLACA a la operación diaria.

También vivió de cerca la llegada de Marcos Maldonado a la presidencia de INLACA: “Marcos hizo un aporte bien importante: puso orden y manejó las finanzas con mucho cuidado. Hacía falta seriedad, estar pendiente de lo que se hacía y hubo un cambio en la compañía. A Marcos le tocó una tarea difícil: debía hacer una transición sin violentar del todo la cultura interna, porque de lo contrario mucha gente se iba a ir. Esa capacidad para ajustar el rumbo sin provocar rupturas fue clave. Reconocía que la adaptación inicial no fue fácil, pero Marcos mostró generosidad y visión: ‘Me dijo que si quería estudiar afuera, ellos me lo pagaban y que durante todo el tiempo iba a seguir teniendo mi sueldo’. Ese gesto consolidó una relación basada en el respeto mutuo.”

Desde La Previsora, Alberto Quintana conformó con Juan Carlos Maldonado un equipo que definía como “racional, profesional y, sobre todo, sin reservas ni recelos”. Quisiera —decía Alberto— manifestar algo que casi nunca se dice en el momento adecuado ni ante las personas apropiadas: que Juan Carlos merece todo el reconocimiento del mundo, no solo por su capacidad profesional y su dedicación incansable al trabajo, sino también porque supo entender que, junto a ello, era imprescindible sumar calor humano y una proximidad genuina hacia la gente y sus problemas. Reconocer debilidades y esforzarse sinceramente por superarlas es una actitud poco común, que requiere algo de humildad y mucho de inteligencia. “Hoy lo digo sin reservas —concluía Alberto—: me enorgullece ver el crecimiento personal y profesional de Juan Carlos, en el cual, sin falsas modestias, tengo una cuota de responsabilidad.”

En la entrevista, recordó también el origen de la Fundación La Previsora, proyecto que nació en 1989, cuando la empresa celebró su 75 aniversario. “Milagros Maldonado organizó todas las actividades: exposiciones de arte, eventos culturales… fue un impulso extraordinario. En aquel momento La Previsora tenía un perfil bajo y poca publicidad, pero gracias a esas celebraciones —que se extendieron a distintas ciudades— logramos proyectar la imagen de la empresa de una manera extraordinaria. Le dije a Álvaro que el motor de todo aquello había sido Milagros, y que valía la pena seguir fomentando el arte como parte de la compañía. Estuvo de acuerdo y me pidió que redactara un proyecto. Así nació la Fundación, con el objetivo de elevar el nivel cultural de los trabajadores a través del arte. Milagros y yo la dirigimos, sumamos colaboradores de la empresa, aprovechamos el cine de la Torre para actividades culturales y organizamos desde exposiciones de arte hasta eventos ecológicos, con el apoyo del doctor Iván Darío Maldonado. Fue el comienzo de un proyecto que creció poco a poco, con la convicción de que la cultura es una herramienta transformadora.”

Alberto Quintana con Totila Russian en la inauguración del evento «Ecología en Acción», Fundación Previsora, Caracas, 1991.

Inauguración del evento «Ecología en Acción», Fundación Previsora, Caracas, 1991.

Inauguración del evento «Ecología en Acción», Fundación Previsora, Caracas, 1991.

Ver EFE 67: En noviembre de 1991 se inauguró en la Torre La Previsora la exposición “La ecología en acción”.


Uno de sus mayores retos fue la creación del Trust Maldonado, proceso que calificó como “el mayor reto intelectual que en materia laboral había hecho en mi vida… por la enorme confianza que implicaba haber puesto en mis manos las bases legales y organizativas de la familia Maldonado por los próximos 100 años”. Para él, el fundamento principal “no era económico, sino histórico: preservar un legado de más de cuatro generaciones de empresarios comprometidos… evitando conflictos a través de principios claros”. Entre esos principios, consideraba que “lo más relevante del Trust es la educación de la familia”. Álvaro fue el primero en invitarlo a reflexionar sobre una organización familiar, y encontró en Alonso Maldonado un aliado clave, que aportó bibliografía e ideas decisivas para el diseño inicial.

Cuando se le pidió definir los valores de la familia Maldonado, respondió con claridad: “Son gente muy comprometida con lo que creen… luchadores, correctos, trabajadores e inteligentes… y muy cariñosos con la gente que aprecian y cuidan. Cuando haces la suma y la resta, el resultado es positivo: son personas en las que se puede creer y confiar”.

Gracias por tanto, Alberto. Tu ejemplo, tus palabras y tu afecto seguirán acompañándonos.

Por Natalia Díaz Peña
Archivo Histórico Familia Maldonado
Con información basada en los documentos: AHFM1947, AHFM1986, AHFM2508, AHFM2528, AHFM4507.