Discurso pronunciado por la historiadora Natalia Díaz durante la apertura del bautizo de la Escuela de Música Samuel y Lola Maldonado. 8.2.2021

Les quiero contar de Samuel Darío Maldonado Vivas: Un ciudadano ejemplar y a quien podemos calificar con el adjetivo de humano por su intelecto, por su capacidad de razonar y también por su bondad.
Nació un 7 de febrero de 1870 en una casa parecida a la casona dónde han estado Ustedes estudiando y que hoy estamos bautizando en esta nueva sede.

La casa donde nació Samuel Darío se llama Hacienda Pitonal y está ubicada en la población de Ureña en el estado Táchira, en la frontera con Cúcuta y donde la línea divisoria es el río Táchira. Pitonal está situado entre pequeñas montañas, un lugar parecido a Barrera, con mucho campo y colinas cercanas, con mucho verde, donde se sembraba café, caña de azúcar, cacao y pastos para los animales. En esa casa de paredes de barro y techo de tejas, también nacieron sus hermanos: Buenaventura, Mario, Juan y Secundina. Samuel Darío fue el mas pequeño de la casa.

El papá de Samuel Darío se llamaba Juan Bautista Maldonado y su querencia por sus vecinos y junto a su fé católica le hicieron donar un gran lote de terreno para hacer la nueva iglesia, la cual fue derribada por un gran terremoto y también para que sus vecinos pudieran construir sus nuevas casas. La madre de Samuel Darío se llamaba Cornelia Vivas y gracias a algunas cartas que se conservan de 1900 sabemos que gerenciaba Pitonal y trabajaba la tierra. Cornelia era una gran trabajadora de la siembra, de la cosecha.

Samuel Darío siendo adolescente, como mucho de ustedes, escribió una poesía llamada Tamaleya, allí describe su amor juvenil por una india de los andes y también el terror que sentía cuando se aproximaba el fuego. El mismo que percibimos cuando los potreros se incendian, o cuando olemos las cenizas y sabemos que muchos pájaros pierden sus nidos.

Y por eso los bucares
Cabecean
y el ganado se resguarda
en las matas más espesas.
Y la sombra de los árboles
proyectaba hacia la tierra
mil figuras que al capricho
se recogen o despliegan.
Que delicia estar echao
Bajo un solio de arboledas,
aguardando a la muchacha
que ya llega, que no llega.

Y en las frondas silba el viento
y de lejos en la hacienda
por el lado de la roza
surge un eco que amedrenta.
es el ruido del hachero
que golpea, que golpea.
y las gentes se alejaron;
el bullir de las faenas
de peones no se escucha:
sólo el eco no más queda
de aquel golpe resonando
a distancia tan inmensa!
El marasmo es del estío,
el ambiente infunde inercia,
hay el vaho de la zona,
hasta el aire es de candela.

La muchacha no parece,
ninguna alma: qué impaciencia.

Todavía
Tamaleya
tu recuerdo
me marea.

Y un silencio provocante,
y el calor como de hoguera;
un turpial cantaba lejos
y en el patio de la hacienda
ladró un perro. Y diste un brinco.
Cuánto miedo! Qué sorpresa!
Me estrechaste con espanto,
pero nada, nada era;
y la calma vino luego,
sólo un pavo hacía la rueda!
Estás pálida y sonríes
y te finges muy serena,
la zozobra ocultar quieres
y enmudeces toda trémula,
se me olvidan las palabras
si las hallo, se me enredan
y si te hablo, me respondes
solo frases inconexas.
De tu pecho el latir oigo
y ofuscada no contestas
y los dos al fin callamos,
y te beso y tu me besas
y una ráfaga de fiebre
de repente nos incendia.
Te mordí los labios rojos
me mordiste con fiereza
y brotó de tu garganta
el murmullo de una queja.

Todavía,
Tamaleya
yo recuerdo
la arboleda
y la hora
turbulenta
y el crujido
de hojas secas
tu paso
de gacela,
y el momento
cuando llegas
a la sombra,
donde espera
mi alma loca
tu presencia

Samuel Darío estudió medicina en Mérida y dirigió junto con algunos amigos un periódico llamado El Alacrán donde denunciaban las injusticias, buscando siempre un mundo mejor. Esta lucha lo llevó a estar varias veces preso y por ello decidió alejarse para poder culminar sus estudios en la antigua Universidad de Valencia en 1893.

Siendo médico y con especialidad como otorrino, ejerció sus primeros años en los alrededores de Cúcuta, Pamplona y San Cristóbal, y acompañado de su amigo Lisandro López. Su interés por la sanidad lo llevó años mas tardes a ejercer el cargo de director de Sanidad entre 1911 y 1914. En ese entonces la peste bubónica, la fiebre amarilla, la viruela y la disentería tenían infectada a la población venezolana. Trabajó muy duro para erradicarlas y por ello hasta una caricatura le hicieron como si fuera un mosquito. Fueron muchas las acciones que impartió como sanitario, entre ellas la primera ley de sanidad, la primera ley de vacuna, el primer laboratorio bacteriológico, y un sinfín de medidas para que todos pudiéramos estar mas sanos y vivir mejor.

SDM mosquito

Su interés por mejorar las condiciones de vida, se extendió a la educación. Siendo Ministro de Instrucción publica desde 1908 hasta 1910 introdujo reformas importantes al sistema educativo con el fin de colocarlo a la par de las tendencias pedagógicas que, para la época, se aplicaban con éxito en los países más desarrollados del mundo.

Trabajó en hacer realidad el Decreto de Instrucción Pública de 1870 y así lograr que se abrieran las puertas de la escuela a la gran mayoría de los venezolanos en edad escolar, sin distingo de antipáticos abolengos, credos o razas. Samuel Darío Maldonado confiaba en la educación como palanca del desarrollo sostenible de la nación y del mejoramiento de la calidad de vida de sus habitantes.

Asumió a las Escuelas de Artes y Oficios como verdaderas universidades de los pobres a las cuales había que impulsar decididamente, ya que en su mente futurista avizoraba una Venezuela donde el trabajo generaría riquezas y se necesitaba una mano de obra calificada ante un proceso de industrialización sobrevenido.

El valor de la educación también la extendió en su cargo como gobernador del territorio Amazonas en 1911. Se dio cuentas que no había escuelas, así que decretó leyes y partidas presupuestarias para iniciar la educación primaria en Amazonas. Allí observo el mal trato que hacían con las poblaciones indígenas y se convirtió en su mayor defensor. Estudió con profundidad la explotación del caucho, y observó que cortaban los árboles después que extraían la sabia, aprendió y enseño la forma de hacer las incisiones para lograr la vida del caucho Hevea brasilensis. Su defensa por los derechos indígenas lo llevó a expulsar del país algunos extranjeros que esclavizaban a los indígenas tal cual como sucede ahora en el arco Minero. Su sentido de la igualdad le llevó incluso a bautizar a varios nativos, y hasta criar con sus hijos Iván Darío y Ricardo, al nativo de río Negro Fernando Yaracuyano.

Su interés en viajar y explorar para entender el mundo lo llevaron a subir al Pico Espejo en Mérida siendo pionero en entender la geografía andina. También paso tiempo en Delta Amacuro generando descripciones de las diferentes especies de arboles y sus utilidades farmacéuticas. Mas de tres meses estuvo viviendo en el río Caura, experiencia que le llevaría a escribir su obra mas importante: Tierra Nuestra, por el río Caura, una conversación entre un maestro, el chofer del bongo y el explotador de la sarrapia. Tres mundos distintos, tres visiones culturales, cada una valorada en su justa dimensión.

Y toda esta vida de Samuel Darío entre el ejercicio de cargos públicos en mejoras de la sanidad, la educación y los derechos humanos, estuvo acompañado de su esposa Lola Bello Torres, valenciana, nacida en 1881, hija de Luz Torre y Ricardo Bello. Sus hermanos eran ganaderos, quienes los llevaros a comprar Hato El Frío en 1911, año en el que también se casaron.

Lola era prácticamente de la religión católica, dedicó su vida en acompañar a su esposo Samuel, incluso hasta después de su muerte. El fue su único marido aún de su partida tan temprana. Es relevante reconocer el acompañamiento de Lola en la vida de Samuel Darío, solo no hubiera podido lograr sus éxitos. A través de la correspondencia que conservamos, sabemos de su comunicación fluida, compartiendo los problemas, buscando soluciones y también extrañándose:

Querida Lolita ….. o en otra le dice: «Lolilla querida, llegue ayer aquí al Frío sin mayor inconveniente que la demora de viaje del bongo, es decir una canoa grande que anda muy poco…”. Samuel Darío le explicaba a Lola en detalle la Venezuela rural, lo que comía, los días que faltaban por encontrase, sus sueños, sus metas. Imaginen si hoy tuvieran WhatsApp: sería una conversación continua.

El Dr. Samuel y doña Lola tuvieron tres hijos Iván Darío, Ricardo y una niña que murió a los días de nacer. Lola era valiente, fue a defender a su hijo Iván Darío ante el presidente de Venezuela, el general Gómez, tenía que lograr su liberación en 1928 por su participación estudiantil en una protesta contra el gobierno. Doña Lola logró liberarlo y se fueron juntos a Alemania para impulsarlo en su formación.

lola maldonado

Doña Lola gustaba de cocinar: famosa es su polvorosa de pollo y cuya receta María Antonieta guarda para nosotros. Lola fue una gran viajera, recorrió Europa. Cuidaba mucho su apariencia y es recordada por sus nietos como una mujer muy dulce y cariñosa. Murió en 1972.

Samuel Darío Maldonado muere el 6 de octubre de 1925 a los 55 años en la ciudad de Caracas. El gobierno del General Gómez, en reconocimiento a su labor literaria y científica, y a su trayectoria como servidor público, decreta duelo nacional, el cual se cumplió cabalmente en todo el territorio nacional.

Hagamos honor a Lola Bello y Samuel Darío Maldonado, valientes y amantes por siempre de nuestra tierra de gracia. Sintamos con orgullo llevar su nombre en esta escuela de música, la cual existe por el amor y la sabia eterna presente en sus nietos como Alvaro Darío y sus bisnietos como Verónica, todos ellos venerando este gran legado familiar y por ustedes, con la ilusión y la esperanza de tener un mejor mañana.
¡Ya lo tenemos, estamos aquí, celebrando una nueva victoria!

Y para cerrar leamos esta poesía de Samuel Darío, donde la educación es la espada de los gladiadores, de los guerreros como nosotros, que persistimos y ganamos, que practicamos y gozamos, que estudiamos y nos liberamos:

El arte de los trópicos me escude,
y la idea refulja en mi cerebro:
serán mis versos como yo los amo,
hijos robustos como yo los quiero;
y que la injuria me salpique el rostro
y que caiga vencido por el suelo,
yo nunca temo los combates rudos,

nunca sentí la ofuscación del miedo.

Midamos nuestras armas, gladiadores
de los ideales nuevos,                                                                                                                                                                                                                                                                  la vigorosa juventud que cante
la libertad, la ciencia y el progreso.SDM

Hurra! a los luchadores que se aprestan
el triunfo los saluda en el torneo,
aplaudo el corazón que se levanta,
corazones de esclavo los desprecio;
odio la escuela de la estéril forma

de metáforas huecas y rodeos

porque siento una fiebre que me abrasa                                                                                                                                                     y porque el arte tropical venero.
Es el Enviado que la buena nueva
desde el Tambor anuncia de los pueblos.

Amo la luz, el ritmo y la bravura
del salvaje anapesto,                                                                                                                                                                                     en el ambiente americano vibra
en las ondas satánicas del trueno,
en el lampo de sol que colorea
el matiz de libélulas e insectos:
soy insurrecto de latina estirpe
y su coraje de titán heredo.
Hurra! a la idea juvenil que rompe
las cadenas de un arte que era siervo,
como el cóndor de nuestros Andes libres
al porvenir que se remonte el vuelo.

Non serviam es el grito y la consigna,
disciplinad rebeldes el ejército:
rueden a tierra los vetustos moldes
y en las ruinas oficie el pensamiento!